Revista "MUJERES FUERTES"
Año 1/N° 6  Mayo -
Por Dr. Oscar Andrés De Massi
Con este título pronunció Tristán Guevara una conferencia, en 1954, la que luego     quedaría impresa en un breve folleto que hoy tengo ante mi vista y que llegó a mis     manos casi por obra del azar. Y fue por obra también del azar que, la misma semana     del hallazgo del viejo folleto, encontré una respuesta parcial al interrogante acerca     del destino final de aquellas legandarias maestra que, por iniciativa de Domingo     Faustino Sarmiento, vinieron desde los EEUU para organizar la educación normal Argentina.
Ocurrió que visitando el Cementerio Británico de Buenos Aires -
Quienes yacen hoy en el Cementerio Británico fueron en la vida Jennie Howard, Sara     Eccleston, Minnie Ridley y Francis Bessler. Apenas cuatro de un grupo cercano al     centenar. El resto, vaya a saber. Pero todas ellas aceptaron el desafío de abandonar     su país y, en plena juventud, emigrar a otro hemisferio, a otra cultura, a otra lengua,     para cumplir una misión precisa y preciosa: la misión de educar. Bien poco sabemos     de ellas pero la sola evocación de su coraje las convierte en una ejemplo de mujeres     fuertes para recordar.
Fue en el año 1864 que Mitre designó a Sarmiento como embajador en los EEUU, país     que el sanjuanino ya había visitado, interesándose por su sistema educativo. En aquella     primera gira conoció al pedagogo Horacio Mann, quien había reorganizado la instrucción     en Massachussets, dotando al estado de más de ¡7000maestros! Durante su misión diplomática     Sarmiento visitó a otras personas ilustres: el filósofo Emerson, el astrónomo Benajmín     Gould (a quien luego contrató para fundar el observatorio de Córdoba), el poeta Longfellow,     el naturalista Agassiz.
Fue al parecer durante el último tramo de su residencia en EEUU que Sarmiento concibió     el proyecto de traer a la Argentina a docentes norteamericanos. Y así lo ejecutó,     siendo ya presidente, para atender las dos primeras escuelas normales: la de Paraná     y la de Tucumán. Para la primera de ellas se destinó al profesor Jorge Stearns y     as u esposa Julia. Un segundo grupo, también destinado a Paraná, estuvo integrado     por Jorge Roberts y su esposa, junto a la señorita E. Wade. En 1873 llegó el tercer     grupo destinado a Tucumán, compuesto por Juan Stearns, Lucia Wade, Ana Ward y Ana     Rice. Poco después se agregaron Mary Conway, Sara Strong y Nyra Kimball. Hasta aquí     el plantel que llegó durante la presidencia de Sarmiento, el cual se aumentaría durante     los mandatos de Avellaneda y de Roca, y aún más tarde, hasta 1898. Como se podrá     apreciar, cuando se habla de las "maestras" que trajo "Sarmiento" se incurre en una     doble inexactitud: porque no todas -
Nada fácil fue la instalación de aquellas educadoras. Jennie Howard (venida en 1883,     ya durante la presidencia de Roca) relató sus vivencias en un librito llamado "In     distant climes and other years" (publicado en español bajo el título de "En otros     años y climas distintos"). Cuenta allí que para entonces se tenía una idea confusa     de la Argentina, una tierra que algunos llamaban "Bonus Airs" y otros "Patagonia".     Para llegar debía afrontarse un viaje largo e incómodo que primero tocaba puertos     europeos. Sin embargo, la mayoría estaba dispuesta a hacerlo movida por el propósito     de extender los beneficios de la educación. Ella misma provenía de una acomodada     familia de Boston y desde joven probó sus dotes pedagógicas al reorganizar una escuela     de varones conocida por su indisciplina. La señorita Howard fue destinada a Córdoba     y relata este episodio: en la puerta de la iglesia de los jesuitas se leía la frase     "Esta es casa de Dios y puerta del Cielo" . Pues bien, una mañana apareció pintada     en la entrada de su escuela: "Esta es casa del diablo y puerta del infierno". Pero     aún así discriminadas, sospechosas por su condición de extranjeras y protestantes,     las maestras norteamericanas daban muestra de su espíritu tolerante, entrando a rezar     en el templo católico, a falta de uno de su propia confesión religiosa. Allí le pedían     a Dios ayuda y valor para realizar su tarea educativa, tan obstaculizada por los     prejuicios que llegaron, en alguna ocasión, a materializarse en piedras arrojadas     durante un acto de graduación.
Las recién llegadas eran derivadas a una especie de "curso de adaptación" en Paraná,     donde aprendían el idioma español, para luego partir hacia destinos alejados como     Catamarca, San Juan, Tucumán, Corrientes, Jujuy...
Clara Amstrong fue enviada a Catamarca donde algunas damas de sociedad, alarmadas     por el credo protestante de la joven maestra, hicieron su queja al Obispo, que era     el afamado Fray Mamerto Esquiú. El Obispo mostró su ecuanimidad y con picardía les     respondió que conocía el ambiente moral de la Escuela y que sabía que la directora     pertenecía a una "rama disidente" de cristianos, lo cual sin duda "era menos malo     que si fuera atea..." Clara Amstrong actuó también en San Nicolás y en San Juan.
Mary Graham estuvo en San Juan y en La Plata (un conocido colegio de niñas lleva     su nombre en la última ciudad). Isabel King fue a Corrientes, Goya y Concepción del     Uruguay (falleció en Bs. As. pero pidió ser sepultada en Goya).
Mary Morse, con sólo 26 años fue nombrada directora en Mendoza. Con ella vino Margaret     Collard. Ambas se retiraron en 1927 y renunciaron a percibir su jubilación en beneficio     de las colegas más necesitadas. Vivieron la vejez con sus humildes ahorros en Chacras     de Coria.
Clara Bischoff actuó en Rosario y se la recuerda por sus avanzados criterios: no     había en su escuela distinción de razas, de nacionalidad, de religión o de ideario     político; no había uniformes ni insignias; no había promedios ni amonestaciones,     ni siquiera un régimen de inasistencia ya que concurrían los que podían hacerlo.
Frances Amstrong fue la primera directora de la Escuela Normal de Córdoba y ella     sí, a diferencia de lo acontecido en Catamarca, debió enfrentarse a la intolerancia     de al autoridad eclesiástica. Pero el espíritu de la Señorita Amstrong era generoso     y hasta se mostró dispuesta a que en la Escuela Normal se dictaran clases de Catecismo     Católico, lo cual no fue aprobado por el Gobierno Nacional, empeñando en sostener     un plan de estudios enteramente laico. Los nombre de algunas de estas mujeres hoy     dan identidad a tradicionales colegios: Eccleston, Ward, Graham.... La mayoría permanece     anónima en la memoria general de los argentinos, a excepción de aquellos que tuvieron     el privilegio de frecuentar sus aulas y que han emitido juicios de unánime ponderación     recogidos por el profesor Guevara en el librito que antes citamos.
El coraje cívico y pedagógico de aquellas heroínas fue el molde en el cual forjaron     su carácter las maestras de antaño. Ignoro francamente en que molde se templan las     maestras del presente. Las cosas han cambiado, casi siempre para peor. En todo caso     las "maestras de Sarmiento" seguirán siendo el modelo y espejo de las mujeres que     han elegido el magisterio como una vocación ineludible y de alta ejemplaridad social.
1420, LA AVENTURA DE EDUCAR
Clickear en el link superior y podrás encontrar el film que habla sobre este tema. En una producción especial rodado en U.S.A. y varias provincias de Argentina..







 
 
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